jueves, 6 de abril de 2017

El yo inmaculado

En estos momentos estoy absorto
en una investigación a la que creía que daría
respuesta de un día para otro y,
según parece, va a ser muy complicada
Para desquitarme un poco
comentaré algo de la novela Luces y Espectros


La novela Luces y Espectros, entre otras cosas, intenta ser un reflejo de lo cotidiano. Por un lado tenemos la propia narración que, aunque se muestra en una especie de futuro alternativo, intenta dibujar el invariante que siempre se ha dado en la historia de nuestra civilización occidental. De la misma manera, como el texto, a través de una textura muy pulida, ofrece las ambigüedades necesarias para que el lector refleje en él sus miedos y ansias en forma de interpretación.

Fue pensado de manera que se posibiliten las segundas lecturas, la llamada escalabilidad. En ocasiones se desea que una obra ofrezca propiedades que trasciendan a la propia interpretación de la obra. Cuando esto sucede podríamos decir que se activa un mecanismo de evolución artística que va más allá de los propios arquetipos que persisten en la propia civilización. La escalabilidad es lo que podríamos considerar una especie de eón que se ubica por encima de los arcontes.

La escalabilidad no comanda, como pasa con el arconte, y tampoco es un arcano. No se trata de una enseñanza, sino de una manera de percibir la enseñanza. No se trata de un mecanismo pedagógico directamente aplicable perdure o no, como pasa con las exageraciones, sabiendo que este recurso literario puede catalogarse mediante técnicas explícitas y, por tanto, se puede convertir en un saber, un arcano. En el caso de la escalabilidad, el proceso necesario para conseguirlo es el pulimiento de cada uno de los perfiles o arcontes, que van a leer el texto de manera que trascienda a ellos al ubicarse, en lo posible, en la equidistancia de sus interpretaciones.

Cuando un autor está creando bien puede tener presente todos los posibles enfoques que van a leer la obra para desarrollarla, en lo posible, de manera que pueda contar muchas historias, y profundizarlas, intentando traicionar el menor número de enfoques o cuadros psicológicos posibles (21, según mi teoría). El proceso que se lleva a cabo para cambiar de uno de esos regidores de nuestra civilización a otro regidor, de una vocación a otra, de una interpretación a otra, de una naturaleza a otra..., es lo que nos llevaría un eón, un periodo, una evolución, una trascendencia, un cambio... Podemos considerarlo otro tipo de recurso literario.

Es como cuando un cantante dice que tenía en mente varias interpretaciones; efectivamente, la visión equidistante de cada interpretación, de cada forma de ver el mundo, es la que posibilita que la obra sea aceptada y entendida de muchas maneras. Sin embargo, no debemos quedarnos en la mera equidistancia. Una novela que se precie debe ser capaz de hacer gala de mucho más gracias a la manera que tiene de clasificar sus capítulos y hacer evolucionar la historia a través de los múltiples personajes, como ocurre en la novela Luces y Espectros.

Lo primero que debe apreciar el lector, cuando lea uno de los primeros capítulos es la doble lectura, ya sea cruel o ya sea suave, de los hechos introducidos. Si el lector emite juicios de valor contra el autor, es posible que vea reflejado tales juicios de valor en la manera que tengo de escribir. Eso es porque la novela nos ofrece una imagen especular de nuestra manera de ver el mundo.

Un ejemplo práctico lo tenemos cuando uno de los personajes varones muere y acaba en el mundo astral. Entonces, a lo largo del capítulo se muestra cómo sólo se encuentra con arpías (mujeres ignorantes en mi mitología que, por su fisiología, podría inducirnos a pensar que puedan llegar a ser feroces) y una mujer víctima de un drama que necesitaba también su ayuda. Es decir, para que esas mujeres pudieran avanzar necesitaban la caballerosidad de este personaje que, ya de por sí, también acarreaba sus propios problemas. 

Leído hasta aquí entenderíamos que ese capítulo es machista, o incluso con ciertas referencias misóginas debido al uso de las arpías (como ya criticó - no recuerdo en qué parte - o al menos mencionó Simone de Beauvoir en el Segundo sexo con respecto a otro autor), sin embargo en realidad ese capítulo era una referencia al papel que ocupa el patriarcado desde el punto de vista de los sansimonianos. Esto es, el varón es el que se tiene que encargar de salvar a las mujeres, las mujeres no se pueden salvar por sí mismas porque son muy tímidas, muy ignorantes..., o adoptaron el rol de mártires por intentar salvar a otras personas. Para poder entender que, efectivamente, ese capítulo no es un reflejo del desprecio a la mujer, me valgo del propio desarrollo de la historia: al final del capítulo pongo en boca del personaje su enorme impotencia para salir del mundo astral por sí mismo - de ahí que increpe a una mujer para que le salve. Y, efectivamente, acaba sacándolo de ahí una mujer, gracias a los conocimientos de otra mujer; no las que esperaba ni de la manera que hubiera deseado, pero no diré más para no romper el encanto de descubrir la historia.

Se trata, según se observa, de una manera de entender la historia del rol que ha tenido el Patriarcado dentro de nuestra cultura y una manera de reflejar cómo escapar de él. Y sí, sé lo que muchos pensarán:
¿acaso insinúas que si leo tu novela conseguiré alzarme contra los chovinismos que me oprimen
No, las novelas que plantean trascendencias, que incluyen segundas lecturas, en realidad lo que ofrecen es el corredor necesario para aquellas personas que sí pueden hacer algo y que no sabían cómo aprender a construirse el camino que necesitaban. Para eso hace falta no que te digan cuál es tu código deontológico o tu papel en la vida (descripción del arconte, del estereotipo) sino exponer/desarrollar las perspectivas de cada una de tales vocaciones dentro de la historia. Y la manera de la que me he valido yo para conseguir ese efecto, por un lado, fue creando múltiples personajes que cumplían un principio de relación simétrica tanto en su manera de ser, como en la forma que tiene la historia de desarrollarse, etcétera (que eso no es la escalabilidad que comentaba hoy)..., sino que además, a la hora de narrar, me preocupaba de que la historia de ese personaje tuviera (al menos) dos lecturas posibles a la hora de decir que se desarrollaba su historia.

Como ocurría en Ghost in the Shell, siempre quedará un momento para la duda: ¿es posible ser portadores de alguna clase de yo inmaculado que no pueda ser puenteado por todas estas técnicas, la tecnología, el determinismo científico o el caracter titiritero de algunos de sus personajes? La idea de escalabilidad consiste en que el lector cree que su interpretación es propia y exclusiva, y no le faltará razón, pero a medida que siga leyendo podría encontrar las huellas de un planteamiento conspirativo que habría jurado que era imposible de encontrar en la novela. Los aspectos más oscuros y extraños se convierten en espectros dignos de ser desarrollados para así descubrir que, efectivamente, los cabos sueltos podían atarse mediante especulaciones y, tras esas especulaciones, observar cómo la historia se hila para generar nuevos espectros, nuevas conjeturas..., nuevas lecturas. 

Cuando leemos de nuevo nuestra visión del mundo dentro de la realidad civilizada en la que nos encontramos, ese arconte que marca nuestra naturaleza habrá cambiado. Y tendremos la oportunidad de volver a leer la novela con otros ojos.

No puedo saber cómo leerá cada uno la novela Luces y espectros, ni tampoco cuántas novelas será capaz de encontrar con ese nivel de cuidado, pero lo que sí puedo asegurar es que lo poco que tiene de documentado la novela es para reflejar el camino al cambio conductual para que cada cual sepa de la existencia de otro arconte..., sea cual sea el que descubra a su paso.

Como lo que le ocurrió a uno de los personajes cuando se le presentó el equivalente a la escalera de Jacob para dar con Anubis, el reto que tuvo que soportar fue la relectura de una frase que podía leer pero no entender. Algo que le daba a comprender que no era más que un analfabeto. Pero las reclamaciones por parte de este personaje de cambiar su rol y ocupar un papel entre los dioses era algo que formaba parte de la novela. Atravesar esa enorme puerta y descubrir qué trasciende a los arcontes, eso es algo para lo que la novela Luces y Espectros no estuvo escrita. La novela se queda hasta las puertas. Describe lo que hay entre medias, previene de caer en el agujero del limbo..., pero no va más allá de ese enorme muro que separa la naturaleza de cada individuo y el rol que ocupa dentro de su sociedad de lo que quizá querría para sí mismo, de sus espectativas.

Pues bien, la novela propone una barrera infranqueable: nadie pasará de la puerta si no es capaz de pasar un tercer grado. Deberá de ser coherente. Esa es la regla. Ése es el juicio. Si defiendes que tu sociedad, que los ídolos creados por las personas, es malvada y perversa no podrás emitir juicio alguno sobre tales almas, tales yoes, tales ídolos si no eres antes coherente. Si no eres capaz de pesar ese yo inmaculado y compararlo con el peso de una pluma (esta referencia no aparece en la novela, es simplemente propia de Anubis).

Y claro..., todo esto, una vez más:
¿acaso tú no eras ateo?
Me preguntaréis...
¿No parece todo muy esotérico
Mi respuesta es que es muy difícil de explicar de otra manera. Porque si aprovecho la fuerza de la literatura consigo decir muchas más cosas que si me pongo en plan ingeniero. Ya tengo otro blog para mostrar las luces, permitidme que en éste os muestre los espectros.

Así que, en conclusión, puede que lo que tenga menos peso de nosotros mismos sea nuestro propio yo hasta que no consigamos desechar todo lo que no tiene que ver con lo que le damos valor a nosotros mismos. Un mundo completamente cibernético, donde las personas sustituyan todo su cuerpo, incluso su cerebro, por mejoras que le permitan mantenerse vivo eternamente, inercialmente, inerte..., eso es un mundo muerto. Como el mundo que pretendía el Jacob de la novela. Señores y señoras, la muerte nos sienta tan bien... Pero, bien pensado, ¿debo tocar el tema del olvido, lo que genera una perspectiva sin mácula tras un proceso de escalabilidad continua con el mundo que visita y le muta?

Palabras como consciencia, yo, inteligencia..., son ideas que evocan a una espiritualidad a la que los ingenieros le han vedado sus formulaciones - independientemente de que esos misterios estuvieran más que resueltos en su prototipado.

Cada persona tiene la oportunidad de ver reflejada su huella de manera dinámica, sólo debe comprender el canal
La deconstrucción del ser consiste en comprender el significado que tenemos en nuestra realidad, la muerte puede ser el final de un camino que nos abra a una nueva aventura a partir de los ecos que haya dejado nuestras huellas. Perderse en un sueño muy profundo donde el tiempo se aloja en una de las doce casas, en virtud del tipo de liderazgo que adquiriste - de la manera de ser a la hora de influenciar a otras personas. Pero, es cierto, mi novela no va sobre la eternidad, sino sobre lo que hay entre medio.

Agua: se acopla a cada perfl
Móvil: escala, trasciende
Suficiente hasta aquí. Siempre que me entran ganas de explicar algún simbolito de estos me da la impresión de que empiezo por el final: ¿piscis no es el último signo? Si iba a hablar sobre los eones lo mejor era empezar por el primero de todos..., no sé. Al final me pasará como con los arcontes, algo me dice que no terminaré de explicarlo del todo, y a más de uno le dará por pensar que toco temas esotéricos..., y, en cierta manera, no le faltará razón. Pero insisto, ¿cómo exponer lo que expongo de otra manera?






Quiero vuestros comentarios
no dejéis sentar ningún dogma
Responderé cualquier cuestión






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