lunes, 5 de diciembre de 2016

Microrrelato. El protocolo mercante de invisibilidad

Hace nada he encontrado 
un invariante para "la sabiduría"
que podría utilizar para que una 
máquina dé consejos como si fuera
un oráculo...,
aunque los costes que constaten empíricamente
ese álgebra no sé si podré asumirlos
Dar vida a arcontes dentro de una máquina puede
dar resultados inesperados e impredecibles.


Microrrelato. El protocolo mercante de invisibilidad

Es bien sabido que entre las múltiples razas y civilizaciones de los sectores controlados por la Federación Galáctica existen zonas acotadas debido al enorme nivel de salvajismo, para los que sus correspondientes confederaciones se ocupan de conformar una burbuja magnética a modo invernadero que sirva, por un lado, para evitar que grandes masas puedan introducirse y romper órbitas en sus sistemas planetarios y, por el otro, para que los propios salvajes no puedan discernir nada desde sus telescopios al difractarse la luz a través de una especie de agujero negro.

Sin embargo, entre las culturas de filosofía naturista se observa una desestimación de la necesidad de tales barreras y, en este sentido, suelen coincidir con los orcos espaciales. 

(Parte convenientemente omitida)

Dada la importancia de las relaciones mercantiles, los proyectos intergalácticos vienen siendo aceptados por los burócratas con la excusa de que así se reducen los conflictos entre culturas. Esto es, dicen que el hacerse ricos es por el bien de la paz. Así que los mercantes, que incluyen en su flota estandarizada por las normas de los burócratas a traductores y otros transviajantes, suelen instalarse en los planetas que les vengan bien para poder obtener los recursos idóneos para sus negocios.

Esa minería que, por regla general, suele encontrarse en los océanos gracias a los resultados de los sistemas de información orgánicos y su biosfera, permite la construcción de firmas digitales cuya álgebra es aprovechada, entre otras cosas, por el sistema de navegación. Por tanto, escoger una buena ruta incrementa desproporcionalmente los beneficios, porque además podría abaratar las distancias.


Esto lo que nos lleva es a que, aunque cada confederación imponga normas contra la relación directa entre pueblos de nivel 3.0 con los de nivel 4.0, al final siempre se imponga la clandestinidad de lo rentable. Con los consabidos problemas de que un salvaje no sólo podría enfrentarse ante la aparición de sus tutores confederados, sino además contra una nave mercante que estaba de paso y con un respeto prácticamente nulo con la civilización que tiene delante.

(Parte convenientemente omitida)

Por esta razón, la Confederación de nuestro sector aprobó el protocolo mercante de invisibilidad por el cual toda nave que atraviese el caparazón electromagnético deberá instalarse en la dimensión electromagnética, que es la dimensión que se usa habitualmente para hacer viajes de teletransporte cuántico, esto es, como el viaje a velocidad de la luz, pero más rápido. Aunque comúnmente se suele usar esa constante como referencia, para controlar la simultaneidad.

Los naturistas no tardaron en poner el grito en el cielo: no consideran admisible esa sobreprotección hacia los salvajes debido a que incluso hay mercantes que no gustan de hacer ese tipo de viajes, al considerarlos demasiado caóticos, o temerarios. Es en este aspecto donde se nota la verdadera naturaleza del naturismo, dicen algunos estudiosos, porque acaban interpelando al orden natural de la seguridad de cara a los más evolucionados y, por tanto, los que estarían obligados a vivir bajo una dimensión de carcel magnética deberían de ser los pueblos salvajes, en cualquier caso.


La preocupación de Confederación ha llevado a que las razas felinas se encargaran de intensificar los conflictos militares para aquellos que no respetaran dichos protocolos, considerando que los naturistas que antepusieran su seguridad por encima de la de los salvajes en realidad lo que pretendían era saltarse el protocolo de La votación de los Sabios a la hora de influir sobre la revelación cultural, en apoyo a las tesis orcas. Y este tipo de acusación suele ser el equivalente a decir que son sedicionistas, traidores, terroristas, etc... 

(Parte convenientemente omitida)

Para resolver tales conflictos los naturistas no tienen reparos en valerse de los protocolos de la paz de la Lengua Rota, donde los felinos remarcaron la necesidad de elegir entre los salvajes capaces de asumir los enfrentamientos contra las tropas orcas, a los que llamarían los notables. De esta manera, el criterio de los notables inhabilita los estándares marcados por los naturistas a la hora de resolver los conflictos mediante cuerpo a cuerpo hacia un salvaje cualquiera, pero aún pueden valerse del dilema del Montesquieau de las galaxias: Si tras invitarle a marcharse insiste en acercarse, procede a ofrecerle el conocimiento más puro a cambio de que no regrese nunca. A este dilema se le llama el dilema del viaje sin retorno.


Los sabios de la Confederación en su mayor parte detestan el dilema del viaje sin retorno porque su vigilancia supone un sobrecoste inasumible. Al fin y al cabo, si un extraño se acercara a un niño con su coche y le ofreciera ir a Disneylandia, ¿no habría legitimidad por parte de la policía el detener a este señor sólo por la pretensión y sin necesidad de esperar delito alguno? La respuesta naturista suele ser bastante básica: ni los abducidos que no vuelven son niños, ni tampoco en esos planetas tienen ese respeto a la infancia.


Registro 54b2a0 :: 245.23.43.45: JMDR. El protocolo mercante de invisibilidad


Que tengan un buen día

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