jueves, 25 de agosto de 2016

El Superhombre y la Necrofagia Política

Hubo un capítulo en mi obra 
en la que hablo de unos necrófagos
cuya naturaleza real era mucho más poderosa
hoy voy a hablar de un canon que nos rige sin saberlo
y lo alimentamos cuanto más evoluciona la civilización


Cuando vemos una película de niños, algo muy repetido que funciona siempre muy bien es la figura del niño todopoderoso. Los veremos en escenas cada vez más variativas: al mismo tiempo que la historia sigue su curso, los niños juegan con todo lo que encuentran, hasta el punto de poder llegar a romperlo. Hacen una selección de los ídolos que perduran, y se lo toman como un juego.

Alguien ha muerto. No juguéis con lo que no da juego.
A medida que se van mostrando películas infantiles, poco a poco, se va alimentando la idea del juego, de lo que es divertido, de lo que se entiende por ser travieso..., y, como es lógico, las niñas no iban a ser menos. Nuestra sociedad poco a poco va dejando hueco para que los niños se expresen más y mejor, porque ahora sus travesuras nos parecen idiosincrásicas con la idea de lo que entendemos por un niño...


Pero esta entrada quería aprovecharla para hablar de actualidad, y política. Estamos viviendo un momento histórico: parece que las FARC va a dejar de infundir el pánico en Colombia, a cambio de una inversión económica en su reinserción, más una renta vitalicia que no alcanza los 200€. Un documento de 200 páginas que devuelve al "pueblo" el protagonismo. Una manera de gobernar que nos devuelve a cómo nos trataba el magnánimo césar.

El que juega con fuego, acaba explotando
Hay cosas con la que los niños no deberían de jugar. Hay aspectos que son demasiado peligrosos. Si son niños, y le damos tanto poder, no podemos permitirnos el lujo de que, además, puedan controlar lo que provocaría situaciones irreversibles. Sobretodo si no tenemos la manera de poder controlarlos. Se trata, por tanto, de ser coherentes: si nos hace gracia que jueguen y queremos dejarles hacer, entonces debemos apartarles de lo que puede hacer daño.


Imaginemos un país donde dejamos que un hombre decida cuáles son las ideas políticas que va a regir su partido. Permitimos que las pueda cambiar a su antojo y que cambie también la orgánica. Le permitimos que pueda indultar a quien quiera y que negocie con quien desee. Supongamos que le permitimos cometer delitos sin que tenga que rendir cuentas ante nadie..., ¿no es a eso a lo que llamamos adoctrinamiento? Permitir que un político pueda jugar con conceptos de un debate que ya estaba superado y que está muerto es admitir la necrofagia política.

El mal gusto da grima
Es cuestión de imaginarse un partido político que, por ejemplo, se le ocurre que podría sacar rendimiento de votos a partir de un discurso del odio. Con las mismas abandona el discurso constructivo y montar un esquema político ilusionante, para sustituirlo por un esquema adoctrinante. De esta manera sólo los que se sienten a gusto con la doctrina del odio querrán seguir en ese partido. El resultado final - se me hace evidente: sólo en los rincones del país donde odian las instituciones del país es dónde consiguen apoyos. Es cuestión de imaginar la situación en la que se encuentran cuando, entonces, se libera de prisión a un sujeto más que amortizado políticamente. 

Sin ningún discurso, más allá de su repulsión por los españoles, pretende desatender las condiciones de su libertad para su reinserción - que era la inhabilitación temporal a ocupar un cargo público. En este punto es donde ese partido político, que se esconde donde puede y depende tanto de la imagen del odio y de la violencia estructural antidemocrática, decide lógicamente hacerle la competencia al discurso necrófago. Lo cual es moral y estratégicamente lo más estúpido que nadie puede hacer: pretenden crear una burbuja política a riesgo que pinche por sus múltiples contradicciones.

¿Qué dejamos atrás y qué pretendemos encontrar en el Futuro?
Lo primero que tiene que hacer una persona que ha descubierto el vaivén de los memes culturales, y de sus imposiciones, es descubrir que "todo es posible" siempre y cuando uno sepa qué es lo que debe añadir para justificar la acción. Aquel que gobierna como un terrorista no se puede valer de la ley para acabar con el terrorismo, sin acabar consigo mismo. Igualmente, el que quiera cambiar algo en su país, no basta con ser un contingente, también debe hacerse necesario. Porque perder a un contingente te genera melancolía o nostalgia, pero perder lo necesario supone perder la cabeza.


En estos momentos se está jugando el país su gobernabilidad, hay un partido político que no quiere entrar en el juego de la gobernabilidad, que considera que el partido del gobierno ha estado recortando demasiado incluso como para negociar con ellos su derecho a ser gobernantes..., y me parece bien que antepongan la ley al cargo..., pero..., ¿sí admiten al que recortaba miembros en las familias españolas? ¿Sí pueden negociar con quienes no condenan el negocio de las vidas humanas? Con ellos sí pueden hacer cábalas de investidura...

Si no son coherentes con la necrofagia política, es porque quieren el Poder Absoluto para hacer lo que les venga la real gana.

El superhombre tiene voluntad para integrarse y alzarse por sí mismo.
Sus asambleas, por tanto, no se rigen por disciplinas que lo adoctrinen
La única manera de hacer desaparecer los adoctrinamientos es hacer desaparecer los caciques, redactar las máximas, fijar los organigramas, establecer los estándares y normativas..., e imponer la coherencia y el imperio de la Ley. Los que prefieren la unidad interna en el partido frente a la unidad de los partidos frente a la violencia, forman parte del pasado y del Problema.






Suficiente hasta aquí
quiero vuestras reflexiones






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