domingo, 26 de junio de 2016

La gente está muy verde en ética

Te encuentras en un tren. Has querido visitar al maquinista, ya que lo conoces, pero estando ante la locomotora ves que no se encuentra ahí ¿Dónde se encuentra el maquinista? Entonces a lo lejos ves a cinco turistas que se han puesto en mitad de la vía. No te va a dar tiempo a reaccionar y, justo cuando vas a descarrilar el tren para pararlo ves a un trabajador sobre unas vías cercanas al que aplastarás si pretendes salvar a los cinco turistas. La cuestión es, ¿cómo actuar? ¿Descarrilas el tren y matas al trabajador o mantienes el rumbo tocando el silbato sabiendo que los turistas serán irremediablemente arrasados?


La gente está muy verde en ética. Solemos ser víctimas de falsos dilemas, como si las personas fuéramos números; o como si cada individuo fuera un dios. Pero esos extremos sólo consiguen complicarnos la existencia. Las novelas que pretenden afrontar cuestiones moralistas suelen buscar metáforas que nos permitan comprender distintas situaciones perfectamente viables. Pero, por encima de todo, aquellos que defiendan el discurso moralista jamás podrán equivocarse ante una cuestión tan Fundamental.

Cuando veo a la gente complicarse tanto la vida para intentar resolver cuestiones como esta me planteo que el error tiene que estar en la escuela primaria: debe existir un conjunto de ejercicios prácticos que les permitan a los niños aprender a aprender estos conceptos. Porque no es posible que no se entienda una cosa tan simple: lo primero es descubrir el falso dilema, no puede ser una cuestión de sumar víctimas. Lo segundo es insistir: existen víctimas de primera y víctimas de segunda.


Me imagino qué pasará cuando le envíen una carta a uno de los familiares de las víctimas que el decisor consideró que tenía que morir. Yo creo que ese sí sería un buen ejercicio de clase: representar la lectura de la carta a un pariente, y ver qué le responde el pariente.

- Resulta que tuve que matar a su marido porque así salvaba 5 vidas.
- ¿Y qué hacían esas cinco personas en ese lado de la vía?
- Es lo de menos, lo importante es que la vida de su marido vale por 5.
- ¿Te refieres a que mi marido, haciendo lo que tenía que hacer, ha dado su vida de manera no voluntaria a cambio de cinco suicidas? ¡Pues veo que cobraba muy poco! ¿Y quién eres tú para tomar esas decisiones?
- El amigo del maquinista.
- ¿Y cómo están los cinco idiotas esos?
- En realidad tres se mataron después, en otra vía. Parece que no aprovecharon la oportunidad. Dos de ellos están en un hospital.
- ¿Y quién paga la factura del hospital?
- Todos nosotros, con nuestro trabajo...

Yo lo digo en serio, ¿tan difícil resulta adoptar decisiones éticas? La principal causa de porqué la gente no adopta la decisión correcta es, simplemente, porque no es consecuente. No se ha parado a reflexionar, a ver lo que ocurriría después. Pretende esconderse en el sistema sin tener que rendir cuentas por sus decisiones. Eso lo que hace es que aparezcan más y más problemas, para alimentar el sistema vertedero que ya expliqué una vez.

La llegada de nueva tecnología pone a prueba nuestro nivel cultural
Ahora están llegando los automatismos a los asuntos más cotidianos. Es un clásico plantearse cuestiones como las que aparecen en las películas de miedo..., malas decisiones producto de un estado de shock o de no estar en situación de poder pensar mucho tiempo. No es de extrañar que las ideas más corporativistas estén especialmente contaminadas. Por lo que los estudios de ética no pueden venir de aquellos científicos que no lo sean de vocación. Es decir, detrás del desarrollo tecnológico existe un código deontológico propio del experto. Y si he escrito esta entrada es porque no me gusta lo que estoy viendo.

Manténganse vigilantes: que no nos den gato por liebre. La pregunta que se tiene que referendar formar parte de la pregunta.




Suficiente hasta aquí
quiero vuestros comentarios




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