jueves, 14 de abril de 2016

He visto el Futuro, y está en el Pasado.

Cuando a un corredor le da por correr más rápido
algunos pueden pensar que es para quemar a los figuras
pero en ocasiones las liebres acaban siendo hermitaños.

¿Crear para chupar o para apoyar? No hay color.
Han pasado ya muchas semanas y acabo de consumir mi tercera bala, sin saber si habré errado el tiro. Ese monstruo que afronta al planeta con todo su caos y locura cada vez engulle más y más a este mundo y a todos los memes que intentan civilizarlo. El tiempo juega en contra de los deseos de una sociedad ansiosa por entenderse, de hacer posible su constitución mediante la racionalidad y la distribución de su poder entre todos los individuos.

Oculto en la noche, un asentado cartagenero de genes africanos
Así que, de vez en cuando, algo que no sucede nunca en las tribus africanas, suele aparecer un sujeto que tiene una visión que rompe todos los esquemas, que desea romper con las normas y avanzar más allá de los límites impuestos por su sociedad. 

Que quiero que esto no siga así
que quiero que no me tomen a broma,
que quiero recorrer este mundo y
que ya quiero ser yo el que se lo coma.

Pero no todos son así, el muchacho de la tribu adopta la decisión de abrirse paso porque su celda no le permite crecer y necesita afrontar el viaje a lo largo del desierto.

Afrontar el viaje es iniciar el camino hacia la muerte
Y, en mitad del camino, como aparece reflejado en Luces y Espectros, puede uno pararse para quedarse más allá del resto, porque uno se ha visto más adelantado que los demás pero no ha conseguido atraer al suficiente número de personas como para crear un contingente, como para conformar una civilización. Entonces es cuando se conforma la cuarta opción: si no puedes acabar con el loco que intenta destruirte en tu mundo, deberás conformar tu propio mundo.


Una figura de carácter liberal muy extendido en la literatura es la ansia por cambiar las cosas y hacer que prosperen. Consiste en convencerle al que tiene que en realidad no tiene, porque se queda como estuvo la última vez. Cada vez que vemos a alguien prosperar nos debe picar ese gusanillo de pretender romper con las normas y avanzar por nuestra cuenta. De alzarnos a mediodía con un farolillo para anunciar a grito pelado que Dios a muerto, que lo ha matado el hombre, que nos toca emprender el camino de marcar lo moralmente correcto.


Y es entonces cuando miramos hacia el pasado y nos damos cuenta quiénes ayudaron a iluminar todo lo que nos rodea. Inventaron la forma de mostrar a la civilización tal como es. En España ya se encargó de ese proceso de distribución eléctrica Isaac Peral, otro inventor al que le tocaría acabar siendo víctima de la locura de la estética comparativa. Pero a escala internacional tenemos a otros dos sujetos más significativos.
Uno calibró las constantes de la física y otro calibró las fórmulas enteras. No hay color.
No hay experto en física que lo cuestione, no es lo mismo un inventor que sabe cómo aprovechar las fórmulas de la física para sacar provecho económico que, directamente, reinventar la propia física y demostrarlo con unos inventos innovadores. Pero claro, uno de los dos no era de EEUU. 


No me he documentado lo suficiente, pero me da la impresión de que siempre que hay un maestro y un discípulo díscolo, si el maestro es de tirada más bien comunista entonces el discípulo progresa; pero si es más de porte liberal entonces el discípulo acaba en la mendicidad. Se me ocurre como ejemplo a Russell que, independientemente de que sus ideas fueran bastante liberales (desde el punto de vista de la sociedad futurista que aparece en la novela) desde el punto de vista de la época que vivió era como si fuera un tanto comunista, y el trato que le dio a Gödel admitiendo el error de su propio trabajo ennoblece su causa. Si hubiera dinero de por medio, ¿acaso tendríamos constancia del teorema de la incompletitud?


Con los años, quien tiene razón la tiene. La sociedad necesita una inversión pública para progresar más y mejor. La sociedad necesita una infraestructura común, independientemente de que años atrás se considerara absurdo o utópico. Si las empresas tuvieran un gasto menos la liquidez sería mucho mayor, y la confianza también. Es demasiado simple, pero cuando hay dinero de por medio todo se engulle en la locura, la ambición obtusa.


Así que ese es el destino de quienes tienen razón, pero los locos no se la dan ¿Qué puede pasar cuando los locos se ponen de acuerdo y parecen mantener una estructura coherente? Pues que poco a poco justificarán el viaje del hermitaño, la búsqueda de todos y cada uno hacia el lugar que él escogió para refugiarse y desaparecer. Con el tiempo lo continuo se volverá alterno, y lo que antes parecía lógico ahora será estúpido. Lo que antes daba miedo ahora será la única vía para avanzar. Y entonces, y sólo entonces, podremos ver el mundo entero desde otra perspectiva.

Desconectado, imperceptible..., muerto.
En toda novela se hace necesario que el hermitaño sea nuestro maestro y, al mismo tiempo, que nos enseñe a que nos desvinculemos de él haciéndolo desaparecer de nuestra necesaria presencia. Su recuerdo se convierte en una invitación a la introspección y al viaje. Así como a la ruptura de las normas establecidas por dogmas que no necesitamos.











Suficiente hasta aquí
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