viernes, 23 de octubre de 2015

Las piezas clave

En mi historia hay piezas que son más importantes que otras.
Como si todo girara a esos protagonistas, los demás entran en el juego.
Pero en este juego, no hay buenos contra malos:
cada pieza defiende lo importante de su propia postura 
y su grandeza es proporcional a su capacidad para reconocer a los contendientes en el juego.



En unos tiempos donde los que mandan nos han dejado las cosas patas arriba, los amos del mundo se convierten en unos papanatas, unos inútiles, unos torpes..., esos que llevan las negras no están haciendo bien su cometido: no somos más felices gracias a ellos, vemos cómo el mundo tiende a sucumbir más y más en un caos, se hace necesario hoy día que cambie la estructura de la cadena de mando.

Hace poco vi un vídeo muy, pero que muy, interesante sobre una youtuber que está muy bien documentada sobre iluminatis y sectas. Nos habló en ese vídeo sobre la disidencia controlada; en mi jerga el equivalente al juego que llevan a cabo las negras pero, por cómo lo explicaba ella, daba a entender que ese era el juego de las blancas..., no le puedo culpar porque, ciertamente, es un tema complejo y, al mismo tiempo, se puede mantener esa afirmación siempre y cuando definamos con claridad qué es disidencia controlada exactamante.

En mi libro la disidencia controlada se presenta de forma clara y expresa en un capítulo de la zona infrarroja. Esta manera de enfocar la definición choca frontalmente con la idea que solemos tener de lo que es la disidencia controlada, por ello voy a evitar ese término y, en su lugar, usaré la expresión invitar a dormir en oposición a despertar.

En mi novela, el despertar es un término que no se usa expresamente, pero aquí nos ayudará a comprender cómo hay una facción que se dedica expresamente a evitar que despertemos. Sin ir más lejos, uno de los personajes principales, al comprobar cómo todos sus compañeros de clase de sentían muy todopoderosos, estuvo recriminando a otro personaje que se hubiera soltado la lengua.

Aquellos que trabajan para los intereses más oscuros, se preocupan de que la sociedad pueda vivir en paz y armonía con las reglas ya preestablecidas. Son, por así decirlo, como los servicios de inteligencia de un país: su objeto es que los civiles puedan hacer vida normal, sin que sean conscientes de los peligros que corren. El mundo en el que viven es el amuleto que les protege de la realidad.

Aquellos que trabajan para los intereses de la luz, se preocupan de que las personas no se conformen con lo que tienen, y que puedan ser más protagonistas de su propio destino. Para entender que este camino es más propio de ascetas, hago referencias a la manera de dar con la salida de este mundo: mediante la meditación, la posesión de espíritus, la muerte misma y el hackeo de la realidad.

De las cuatro formas, en donde más hago incapié, haciendo uso de analogías, es con el hackeo de la realidad. Por tanto, si una persona se hace con uno de esos cuatro caminos, entonces despertará.

El problema es que en la meditación y en la posesión uno se deja llevar, en la muerte y el hackeo es muy fácil acercarse a puntos de no retorno, igual que en la posesión y en la muerte el sujeto se ve a merced de las circunstancias. Por eso, en mi novela, el despertar no es una buena idea para legos.

Por otro lado, cuando se ha hecho una jugada desde el dual, se corre el riesgo de destruir el universo entero. Eso es lo que pasa cuando se juega con el espacio-tiempo. 

Nosotros os protegemos, y a vosotros os gusta porque nos seguís el juego.

Visto así, las negras no son tan malas...

La cosa es, ¿debemos cambiar las cosas? ¿Tenemos derecho a hacerlo?

En esta novela nos encontramos con personajes que desempeñan un papel que parece que no repercute demasiado con las circunstancias, sin embargo afecta al desarrollo de toda la historia y, por encima de todo, a la trama personal que vive ese personaje. Cuando un lector quiera interesarse con la historia de un personaje, comprobará que se ha procurado evitar personajes planos o superficiales. Es por esa razón por la cual la historia tiene mucho desarrollo para tan pocas explicaciones.

A mi juicio, lo peor que puede pasarle a más de uno es convertirse en un peón desconocedor de los intereses para los que trabaja, en una arpía, una criatura que vuela y divaga, que se deja llevar por sus instintos, que siente y se vuelve histérica, desconocedora de la realidad y del mundo en el que vive, un engendro que se mueve dejándose llevar por los intereses ajenos, sin saber que sus pasos son muy limitados... 







Pero en mi novela los hay que se ubican en una posición clave y se convierten en un referente para todos, sin percatarse de que el cumplimiento de órdenes que no son lícitas puede tener un precio, se enclavan en su posición y repiten constantemente el papel que les corresponde, son como torres pesadas y duras, de un valor increible para las piezas clave, pero que, en el fondo, no son más que estatuas, pilares que se quedan fijas con sus Principios, Principios que les hacen inamovibles pero que, en manos de los estrategas equivocados, pueden provocar que les empujen a una dirección opuesta.

En este juego no hay ni buenos ni malos. Pero es posible encontrar esa figura que se salta las reglas y que intenta visualizar el mundo rompiendo los esquemas de los rivales. Con enorme brillantez, se mueven como un caballo, abriendo puertas que, en principio, debían estar cerradas. Se valen de pasarelas, bypass, activan y desactivan partes..., pero corren el riesgo de ser reprendidos en el mismo instante en el que tensen las reglas a algo insostenible: juegan con fuego.




Para evitar los caballos, siempre hay una figura que acostumbra a predicar y a mantener lo políticamente correcto, defensores del áscesis podrían ser la salvación de los caballos, son los alfiles, y también en mi novela se podrá apreciar alguno.


Estas piezas claves sabemos qué tipo son por su comportamiento, por cómo se mueven en el tablero. Cuando tienen por objeto proteger diremos que son negras, si el objeto es cambiar las cosas diremos que son blancas

Como pasa en las historias de amor, se pueden desarrollar las historias de dos maneras: o protegiendo el velo de la realidad (comedia) o luchando contra la realidad (tragedia). Se puede romper los esquemas mediante el sarcasmo y crear un hilarante drama (El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha) o una dramática comedia (La vida de Brian).

Nos puede gustar Forest Gump o preferir En el nombre del padre. De las dos versiones que salieron a la vez: Dreamworks nos ofreció Hormigaz (el enemigo en casa) y Disney nos ofreció Bichos (el enemigo fuera de casa).



En ocasiones una misma historia tiene dos lecturas y, dependiendo de lo que nos toca vivir nos corresponde inspirarnos de una manera o de otra.

Las clases y la estructuración es lo que nos ayuda a organizarnos y elevar las espectativas.



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