sábado, 8 de agosto de 2015

La tragedia de los comunes y el anarcocapitalismo



¿Cuánto pagarías por existir? 
¿Pagarías ese precio más o menos que el resto de las personas?  Una vez estimado el capital que le damos a la vida, sólo hay una empresa que puede dedicarse a sostenerla y poder garantizar un precio justo: se llama Estado y te cobra a base de impuestos el mismo precio que a todos.





Lo que aparece en la imagen tengo entendido que ocurre todos los años en la Universidad de Maryland. La responsable es una profesora de psicología a la que no se le ocurre nada mejor que poner esa pregunta en sus exámenes. En ella se plantea a los examinandos cuántos puntos quieren que se le sumen a su examen en la nota final: 2 puntos o 6 puntos. Cualquiera diría, lógicamente, 6 puntos, sin embargo añade: si más del 10% de la clase elige 6 puntos entonces ninguno ganará nada ¿Qué nota te pondrías entonces en el examen?

Por mi parte yo lo tengo claro: me pongo a contar todos los puntos máximos de los ejercicios del examen, y lo que le reste al 10 es lo que me marco para mí. Si me pone menos nota reclamo y que me lo expliquen el resto de sus compañeros corruptos.

Pero el tema no es la corrupción en la Universidad, que la hay, el asunto es que detrás de la anécdota hay una enseñanza: se llama la Tragedia de los comunes, a través del cual si obras por el bien común estarás beneficiando a los mezquinos que no lo hagan. Entonces, ¿qué solución hay?

En mi libro suelo meter varias referencias a términos como ubuntu, el coltán..., está claro que voy a lo que voy. Me estoy metiendo con los anarcocapitalistas: aquellos que piensan que las cosas podrían irnos mejor si absolutamente todo estuviera liberalizado.

Habrán muchos tipos de anarcocapitalistas, hay que ser justos, puede que defiendan alguna suerte de modelo mixto. Al fin y al cabo, la idea básica de que se debe liberalizar todo es la peor de las utopías. No es más que algo completamente irrealizable en cuanto a que individualmente las personas no dan lo mejor de sí cuando piensan egoístamente. Esto ya quedó demostrado en el famoso dilema del prisionero por parte de Nash.




Así que defender el anarcocapitalismo raya la negación de las matemáticas mismas.

Por otro lado, tenemos la crisis del coltán: los gobiernos controlaron el mercado del coltán para evitar un colapso tecnológico en el primer mundo. Sin embargo, ¿no es acaso nuestra desfachatez egoísta la que está provocando todos esos conflictos en la zona de El Congo? ¿No es ese deseo de fingir la liberación de los mercados lo que provoca que queramos seguir creciendo mientras controlamos los mercados? Todo es un engaño que provoca genocidios y torturas en países lejanos que a muchos no les importa.

En el libro planteo un deporte inventado al que llamo ubuntu. Consiste en una modalidad tipo balón prisionero + persecuciones. En este juego los equipos se forman con un mínimo de dos personas y el máximo necesario que permita formar al menos dos grupos en competición. Con las mismas se reparten balones y los jugadores deben dar a los de grupos contrarios que no tengan un balón en la mano. Los jueces van contabilizando cuáles puntúan, sabiendo que el balón sólo puede dar en las piernas. 

Un equipo numeroso puede tener tanto buena defensa o ataque como un movimiento en combate mediocre, en realidad dependerá de si realmente sabe organizarse. El número de individuos alienados no importa si no conforman una unidad. Si no saben ser solidarios entre ellos y reconocerse para cubrirse las espaldas pasándose el balón entre ellos, buscando el balón para los mejores tiradores, etc..., entonces no les servirá para bien el ser muchos. Es decir, podrían puntuar muchos negativos si los del grupo no se entienden. 

Sin embargo, ¿qué pasaría si los grupos numerosos obtuvieran mejores puntuaciones? Esos grupos habrían comprendido el valor de lo común y la necesidad de luchar por todos y cada uno de sus miembros. Lo cual es un valor típicamente comunista, ¡pero también cristiano!

Tenemos a los llamados por Marx: socialistas utópicos. El término es a todas luces muy duro, pues se les criticaba ya que no se centraban en cuestiones pragmáticas. El propio Marx nos trajo fórmulas económicas mezcladas con un ambiente social muy ateo. No es de extrañar que los tildara de utópicos, pues estos precursores solían ser cristianos que defendían el Derecho a Existir de las personas a través de la frugalidad (la austeridad de cada individuo). Podemos mencionar los falansterios de Charles Fourier, por ejemplo, donde las personas estarían obligadas a trabajar en lo que gusten mediante jornadas muy intensas, aunque cuidando de la fatiga que genere cada tarea.






Ese valor, la idea del ubuntu, se estuvo depreciando hasta la llegada de Hitler y su nacionalsocialismo. Ese lunático consiguió hacer creer a los economistas de que había una solución a la pobreza, y consiguió convertirse en el hombre del año para la revista Times. Hoy día, la Segunda Guerra Mundial ha empañado la historia y a los defensores de la Renta Básica Universal. Ese concepto da la impresión de que es una idea comunista ¿Tiene eso sentido?

Dicen los anarcocapitalistas que los problemas de la pobreza quedan resueltos mediante las campañas solidarias: la caridad. Sin embargo, ¿por qué se tiene dinero para los actos de caridad como acto voluntario si estamos todos de acuerdo conque debe resolverse sí o sí? La única respuesta que favorezca las ideas no sociales es que en realidad no hay forma de resolver el problema - razón por lo cual fingimos como que lo resolvemos haciendo que una ONG malpagada se encargue. De esta manera, miramos a otro lado, y nos preocupamos conque por lo menos los nuestros vivan de lo lindo ¿Es así realmente nuestro mundo? ¿Hemos llegado a una economía no sostenible?







No hay comentarios:

Publicar un comentario