miércoles, 26 de agosto de 2015

El chovinismo ¿mata?

Lerdos y absurdos, incautos de su propio criterio personal. Se vuelven deseosos de hacerse exclavos de un mundo que no existe mientras se identifican a sí mismos como si fueran importantes. Son reyes errantes que reclaman un trozo de tierra, como lo hacían los hidalgos, mientras defienden utopías y heroicidades.


Dicen algunos, y maldicen, que todo hombre machista adolece de un lado violento del que se enorgullece, ¡menuda contradicción! Pues el machismo no es más que un tipo de chovinismo aplicado exclusivamente a la idea de la igualdad de género. Lo que quiere decir que sus ideas conservadoras le hacen especialmente sensible a lo que entiende por violencia. Y, ¿qué es un chovinista

El chovinismo proviene de un francés llamado Nicolás Chauvin:



Este sujeto tenía una peculiar forma de ver el mundo: era un patriota. Pero no un patriota cualquiera, era un megapatriota. Supongo que sus amigos le verían a él como el típico madrileño observa el patriotismo del típico cartagenero. Se trataba de un patriotismo meloso, intencionado, reiterado..., el amor por su patria, por su Francia, por su tierra y sus colores...

Este sujeto se sentía muy orgulloso de todo lo que significaba su país, era un nacionalista exagerado. Sin embargo, creo que todos lo comprenderán: de ahí a asociarle con un comportamiento asesino hay un mundo. Porque era un sujeto que se sentía muy orgulloso de sus conceptos, y la violencia puede aparecer cuando los hechos no hace honor a las espectativas, sin embargo el chovinismo es exhibicionista. Le gusta ser como se es y la ética pasa de largo, pues se queda en un mero concepto.


Hay lugares donde no se practica el chovinismo. Hay lugares donde se usan conceptos en apariencia muy parecidos, pero donde no hay orgullo. Hay lugares donde reina el miedo y la humillación constantes, donde sólo hay caos y torturas continuas. En esos lugares esas personas no sienten ansias de querer sentirse orgullosos de ser de allí, ni de adquirir esas costumbres. Poco importa que sean patriarcales o matriarcales, de izquierdas o de derechas, veganos u omnívoros..., no, en países como el Congo te raptan de niño y te vuelves sociópata. Y ya sabemos que al sociópata la cultura no lo endereza, se puede convertir en un asesino y sentir orgullo por ello.

Sin embargo, los chovinistas, los machistas, los..., idealistas, no son así. Fue grande la obra de Cervantes, y tan grande, que aún hoy día muy pocas personas se la han leído realmente y, al mismo tiempo, está en la estantería de casi todos y casi todas. Muchos alardean de conocer la historia del famoso hidalgo, de entender qué es lo que había detrás, de extraer conclusiones: se volvió loco porque quería volver a los tiempos de las caballerías ¿Y qué era don Quijote? ¿Un asesino?


Era una víctima que se había sociopatizado, pero no para ningunear el valor de la vida, sino trivializándola mediante las costumbres que le habían inculcado los libros de caballerías. Eran los autores de esos libros los que le metieron esas ideas y él quien quiso acuñarlas en virtud del tipo de hipócrita soledad en la que se encontraba lleno de una vida con mucha falta de valores.

Es esa inquietud desenfrenada la que lleva a muchas personas a querer defender ideas, aunque sólo sean eso..., ideas. A ese tipo de personas, cuando defienden valores huecos que creen que tienen una razón de ser y que se asocia a la defensa de la comunidad, se les llama patriotas, yo me los tomo como quijotescos, chovinistas..., pero no asesinos.

Clásica ilustración chovinista que ayuda a mirar a otro lado
El chovinista lucha contra la falta de valores y ensalza a la sociedad hacia un mundo mejor. Pretende inculcar Principios allá donde no es común encontrarlos, como plantar una semilla de esperanza y ser un ejemplo para todos los demás. Sin embargo, en ocasiones no son conscientes de que forman parte del problema, de que encubren el delito..., y eso les convierte en cómplices. Jamás lo admitirán, lo negarán, sentirán repudio de todo lo existente..., no se ven a sí mismos como lo que son: ¿podía imaginarse don Quijote que estaba ayudando a hacer más pragmáticos y menos idealistas a todo aquel que fuera testigo de sus torpezas? Lo normal en el chovinista es no insistir allá donde el fracaso se exhiba - hay que ser un general astuto. Por eso, su principal arma es la negación. Y donde hay negación, no hay acción.

El abuso de poder machista puede provocar en ocasiones agresiones que tienden a no recriminarse. Cuando, por el contrario, aparecen leyes que parecen favorecer demasiado a las mujeres, entonces el chovinismo cambia de aspecto y empieza a proteger a los violentos.

La sociopatía puede generar violencia, pero es una sociedad que no sabe afrontar las causas la que lo incentiva todo cuando se mezcla con un deseo de protección y mantenimiento de un orgullo hueco.


No hay que pedirle a una mujer que se defienda como si fuera una soldado, pues eso la convertiría en una sociópata más. Tampoco se le puede pedir a una sociedad que se defienda del chovinismo como si fueran asesinos, porque entonces aparecerían las sobreprotecciones y lo estaríamos retroalimentando. El chovinista no se ve a sí mismo como cómplice de nada y cualquier confrontación directa es como dar palos al aire.


Ser rigurosos donde hay que serlo y acoplarse a los nuevos vientos..., pero si le han arrancado las aspas a nuestro molino entonces no podremos moldear la realidad a nuestro antojo. No hay que darle tantas alas a los idealismos, porque eso es lo que destroza nuestra capacidad para acoplarnos al mundo de las ideas.

En mi obra hay un personaje que pinté de manera quijotesca. No era mala persona, pero se dedicaba a pintar la obra con sus ideas. Se pasaba todo el tiempo imaginando y proyectando valores. Al mismo tiempo, no se percataba de que él mismo vivía una vida que no era lo suficientemente madura debido a que no era capaz de asociar lo que defendía con lo que hacía. Se veía a sí mismo como un soldado, pero hasta entonces sólo había jugado a que lo era.

Necesitaba pasar por un momento de vergüenza para aprender. Decía un tonto que se hizo pasar por sabio que la vergüenza es un gran maestro, a mi modo de ver las cosas gran maestro es el que levanta lo que ya estaba arriba. Ciertamente, la vergüenza es un gran psicólogo, y podemos encontrar maestros incluso en quienes necesiten más ayuda.

Pedro es como personaje de mi obra la piedra angular que critica la historia. Es el que analiza a los personajes y estudia el sentido y significado de lo que ahí acontece. Nos ayuda a comprender por dónde flaquean los argumentos mientras intenta ser él el artífice de la resolución de todos los problemas existentes, el héroe encubierto, la luz al final del túnel..., el proveedor de armas contra la injusticia que aporta sus enseres gratuitamente y con orgullo aun suponiendo un martirio para su persona.







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